El Huracán Melissa tocó tierra en Jamaica como un monstruo de Categoría 5, e igualó un récord histórico. Expertos confirman que este fenómeno de rápida intensificación es un claro ejemplo de cómo el calentamiento global está potenciando las tormentas más destructivas del Atlántico.
Jamaica amaneció devastada tras el paso del Huracán Melissa, una tormenta de Categoría 5 que alcanzó vientos de 298 km/h y causó graves daños en infraestructuras vitales. La magnitud de la devastación es un recordatorio de la fuerza destructiva de los ciclones, exacerbada por una variable crítica: las temperaturas extremadamente cálidas del Mar Caribe.
Los científicos, incluyendo a Kerry Emanuel del MIT y Jim Kossin, excientífico de la NOAA, son contundentes: Melissa es un ejemplo de lo que el cambio climático puede provocar. La tormenta sufrió dos periodos de rápida intensificación al cruzar aguas oceánicas que estaban 1.5 °C más cálidas de lo normal. En solo 24 horas, sus vientos sostenidos se duplicaron, pasando de tormenta tropical a un huracán de Categoría 4, un comportamiento que los expertos han estado prediciendo.
La nueva norma en ciclones
El fenómeno de la intensificación explosiva, donde los vientos se incrementan drásticamente en un corto periodo, es una tendencia al alza. Steve Bowen, científico jefe de Gallagher Re, afirma que se observa un “aumento notable en la frecuencia” de este tipo de comportamiento. La razón es simple, como lo resumió Bowen: la naturaleza reafirma las leyes de la termodinámica.
El aire más cálido transporta mayor humedad, y el calentamiento de los océanos permite una mayor evaporación. Esta energía adicional, alimentada por la contaminación causada por el ser humano, es la que lleva a los huracanes a alcanzar su “intensidad potencial máxima”, como lo hizo Melissa, a pesar de factores inhibidores. Daniel Swain, de la UCLA, subrayó que este ciclón hizo “prácticamente todo lo que uno no querría que hiciera un ciclón”, mostrando claras señales antropogénicas.
La lucha post-tormenta
Aunque la frecuencia general de ciclones tropicales no aumente, la proporción de aquellos que alcanzan alta intensidad sí lo hace, volviéndose capaces de generar lluvias más intensas. Esto agrava significativamente la devastación en las zonas pobladas. La conexión entre el agua extremadamente cálida —casi seguro con influencia humana— y la intensidad de Melissa es “relativamente sencilla” de establecer, según los expertos. El futuro de los huracanes en un mundo que se calienta significa que, cuando golpean, el impacto será, significativamente, mayor.

