miércoles, enero 22, 2025
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En Pichincha el agua potable no es un servicio básico para todos…

Por Antonny Reyna

En la provincia, miles de viviendas enfrentan una crisis para abastecerse. Así lo detallan los datos sobre la forma de recepción del agua en viviendas ocupadas del censo 2022.

El barrio Senderos de Bellavista, es un lugar donde el agua potable, ese recurso vital y cotidiano para muchos, es un lujo. Esta localidad rural se ubica en la parroquia Guayllabamba, que pertenece al Distrito Metropolitano de Quito. Marco Torres, tesorero del agua designado por la comunidad, conoce de primera mano las dificultades que enfrentan las 120 familias que han hecho de este rincón su hogar.

Él relata que los habitantes de Bellavista dependen de tanqueros de la Empresa Pública Metropolitana de Agua Potable y Saneamiento de Quito (Epmaps), que llegan una vez a la semana para llenar los tanques azules ubicados en todas las casas. “Cada gota es medida, calculada y utilizada con el máximo cuidado”, explica Marco. También menciona que, en época de lluvia, los habitantes se organizan para recolectar el agua que cae del cielo en cada recipiente disponible. A pesar de estos esfuerzos, nunca es suficiente.

La falta de agua ha moldeado el paisaje en este barrio: la tierra, reseca, se extiende en todas direcciones. Las pocas plantas que logran sobrevivir son escasas. Para regarlas, los habitantes recolectan agua de un pozo descubierto hace varios años. Los recursos obtenidos se almacenan en un reservorio que distribuye el líquido a las viviendas cada mañana. Sin embargo, esto no alcanza. Por ello, hay un proyecto en marcha impulsado por los moradores para recolectar agua de vertientes y distribuirla a través de un sistema de reservorios. Esto, por otra parte, no solucionará el problema de obtener agua segura para el consumo humano.

Mientras tanto, las familias de Bellavista continúan viviendo día a día, esperando que algún día el agua fluya en cada casa. La historia de Bellavista es un recordatorio de la brecha que existe entre el acceso a servicios básicos y la realidad que enfrentan miles de personas en Pichincha y en tantas otras provincias del país.

En la provincia de Pichincha, 6570 viviendas no reciben agua a través de tuberías. Estos hogares dependen de ríos, vertientes, acequias, canales, grietas o incluso de la recolección de agua lluvia. O como en el barrio Bellavista, mediante tanqueros de una empresa municipal. Así lo detallan los datos sobre “la forma de recepción del agua”, del Censo 2022.

No es una situación aislada. Las 53 parroquias de los 8 cantones de esta provincia enfrentan esta realidad. Además, la brecha entre áreas rurales y urbanas también es notable. En zonas rurales 5487 viviendas carecen de acceso a agua potable mediante tuberías, en las áreas urbanas la cifra alcanza 1.083 viviendas.

Como lo muestran los datos, esta realidad es más alarmante en el Distrito Metropolitano de Quito (DMQ), donde 3590 viviendas dependen exclusivamente de estas fuentes alternativas para abastecerse, como:

  • Recolección manual en otras casas
  • Organizaciones comunitarias
  • Pozos
  • Tanqueros.

Pero la más común es de ríos, vertientes, acequias, canales o agua de lluvia.

Esto es un problema que se presenta en mayor medida en la capital. De los 10 cantones con más viviendas sin acceso al agua potable por tuberías, 6 pertenecen al DMQ.

Riesgos para la salud por el consumo de agua no tratada

El acceso limitado a agua potable también representa un riesgo para la salud pública. Según la Guía Para La Calidad Del Agua De Consumo Humano, de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el consumo de agua contaminada y la falta de un tratamiento adecuado están directamente relacionados con la transmisión de enfermedades como:

  • Cólera
  • Hepatitis A
  • Fiebre tifoidea
  • Disentería
  • Poliomielitis

Estos peligros se incrementan en comunidades donde el acceso es limitado o inexistente.

La OMS advierte que, en lugares con limitaciones de agua potable, se facilita la propagación de enfermedades diarreicas y otras infecciones. Y de acuerdo con la medición de los indicadores de Agua, saneamiento e higiene (INEC, 2019), en Ecuador, en el área urbana el 76,9% recibe agua de buena calidad, suficiente y libre de microorganismos, mientras que en la rural el 48,5% recibe agua segura.

Además, un 67,8% de la población usa suministros de agua en sus hogares de fuentes como tuberías, pozos protegidos o agua embotellada de manera suficiente y libre de contaminación fecal. Sin embargo, el 8,8% utiliza agua contaminada de acequias, ríos o pozos no protegidos en los que se encontró la presencia de la bacteria Escherichia coli.

¿Qué es la Escherichia coli?  

¿Efectos en la salud?  

Relación con la desnutrición crónica infantil

En Pichincha, la situación es especialmente preocupante en hogares con niños menores de cinco años. Según la encuesta Nacional sobre Desnutrición Infantil (ENDI, 2023) se ha detectado la presencia de la bacteria Escherichia coli (E. coli) en el 4,8% de las viviendas que usan agua para beber tomada directamente del punto de consumo.

El Dr. Franklin Espinoza experto en microbiología explica que en áreas donde el agua potable es escasa, los riesgos para la salud son elevados, especialmente para los niños menores de cinco años, quienes son más vulnerables a las infecciones graves.   

Detalla que las bacterias como E. coli y Shigella, que suelen encontrarse en fuentes de agua contaminadas, pueden sobrevivir durante días o incluso semanas en el medio ambiente. Si estas bacterias son ingeridas, pueden causar infecciones graves que afectan principalmente al sistema digestivo, provocando síntomas como diarrea, dolor abdominal y fiebre.

Según la ENDI en Pichincha el porcentaje de niñas y niños menores de 5 años con enfermedad diarreica aguda se ubica en 16,1%.

La falta de agua potable en Pichincha no solo es un problema de infraestructura, sino una amenaza a la salud pública. La Organización Mundial de la Salud sugiere medidas como hervir el agua, usar filtros, almacenarla en recipientes limpios y mantener una buena higiene para reducir riesgos. Estas acciones son necesarias, pero no suficientes. El acceso a agua segura es vital, y hasta que se logre, la salud de muchas familias seguirá en peligro.

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