En la región amazónica del Ecuador, las condiciones climáticas extremas no solo provocan inundaciones y derrumbes, también dificultan el cumplimiento de las inspecciones técnicas obligatorias para las aeronaves. Sin estas verificaciones, los vuelos no pueden despegar, lo que afecta directamente a las comunidades que dependen exclusivamente del transporte aéreo.
Las aeronaves que operan en la Amazonía no solo movilizan personas, sino que cumplen funciones críticas como el traslado de medicinas, alimentos, pacientes y personal médico. Cada inspección anual es obligatoria para renovar los certificados de aeronavegabilidad. Sin la presencia del inspector, las aeronaves quedan en tierra, generando consecuencias económicas y sociales.
En la selva, donde no hay carreteras ni hospitales cercanos, el transporte aéreo es la única vía posible. La suspensión de estos vuelos representa un serio riesgo para las comunidades, que pueden quedar totalmente aisladas y sin acceso a servicios básicos de salud y abastecimiento.
A esto se suma un pronóstico meteorológico desfavorable. El Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología (INAMHI) ha advertido sobre un aumento de las precipitaciones en el centro y norte del oriente ecuatoriano. La presencia continua de humedad y lluvias intensas ha generado desbordamientos de ríos y deslizamientos, afectando también las rutas alternas por tierra o río.
Estas condiciones impiden no solo la operación aérea, sino también la vida cotidiana en la Amazonía. Cada inspección que no se realiza es un vuelo que no cumple su misión y una comunidad que permanece desconectada. En un territorio donde el aire es la única vía, las consecuencias del clima afectan mucho más que el transporte: comprometen la supervivencia.
