Dentro del Museo de Arte de Cincinnati se encuentra un pequeño espejo de bronce que, al igual que otros misteriosos tesoros de Japón, Shangai y Nueva York, esconde un gran secreto. Se trata de la colección de “espejo mágicos”, espejos que bajo cierta luz revelan imágenes o patrones ocultos. Este pequeño artefacto había estado colgado en un templo o casa noble de Asia, antes de permanecer almacenado durante décadas en la bodega del museo.
Además, este tesoro presenta en su borde un estilo más complejo de escritura china cuya inscripción indica el nombre de la figura que podemos ver en el reflejo: Amitabha, una figura importante de las escuelas de budismo en Asia oriental. El espejo revela la imagen de un Buda sentado, como habitualmente se lo representa, con rayos de luz que lo hacen resaltar.
Para crear este misterioso efecto, los artesanos quienes los fabricaban, comenzaban moldeando imágenes, palabras o patrones en un lado de una placa de bronce. Los científicos creen que se rapaba esta misma placa antes de pulirla como a un espejo convencional. Aplicando una sustancia a base de mercurio para grabar la imagen, esta se vería reflejada en la superficie una vez recibiera la luz del sol.
Este gran descubrimiento posiciona a este museo como una de las pocas instituciones en poseer uno de los aclamados “espejos mágicos”. Este fue registrado por primera vez en la colección de arte asiático del museo en 1961, aunque se sospecha que su aparición se dio mucho antes.