(CNN Español) — En América existe un rechazo cada vez mayor a la figura de Cristóbal Colón, el navegante que el 12 de octubre de 1492 llegó, sin saberlo, a lo que hoy son las Bahamas, logrando el llamado “encuentro entre dos mundos”. Hay razones para que así sea.
No se trata de que Colón, mandatado por los reyes españoles, no haya descubierto nada nuevo mientras buscaba una ruta a las Indias Orientales. Esa narrativa que lo presentaba como ‘descubridor de América’ ya ha sido ampliamente superada en múltiples espacios: el ‘Nuevo Mundo’ solo era nuevo para los europeos en cuyo nombre navegaba. No era nuevo para los pueblos indígenas habían estado viviendo allí durante siglos y para Leif Eriksson y los vikingos ya habían estado allí cinco siglos antes.
Se trata, en cambio, de la violencia, enfermedad y muerte que siguió a la llegada de los colonizadores a territorio americano, que dio forma al continente tal como lo conocemos hoy.
La ‘Gran mortandad’
Para comienzos del siglo XVII, el número de muertos en América llegó a los 56 millones, según una estimación reciente realizada por cuatro académicos del University College of London en un artículo publicado en The Conversation. Esa cifra representa el 90% de la población precolombina y el 10% de la población total de la época.
“Muchos fallecieron en las guerras y otros por los excesos de la esclavitud a la que fueron sometidos, pero no cabe duda de que la principal causa de mortandad fueron las enfermedades”, dice la profesora Gisela Von Wobeser, del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM.
Y es que además de aspiraciones políticas, económicas y culturales, los representantes del ‘Viejo Mundo’ trajeron a América enfermedades. Enfermedades como la gripe, la viruela, el sarampión y la peste bubónica, que desencadenaron la llamada ‘Gran mortandad’.
Esta ‘Gran mortandad’ sería el segundo suceso más mortífero de la historia de la humanidad en términos proporcionales. Por delante se sitúa solo la Segunda Guerra Mundial, que se cobró la vida de 80 millones de personas.
Una de las explicaciones posibles, según los investigadores de UCL, debe buscarse en el sistema inmunitario de los indígenas: estaban aislados de la población de los otros continentes y no habían entrado en contacto con patógenos mortales. Eso “dio lugar a lo que se dio en llamar epidemias de “suelo virgen”: si no morían víctimas de la viruela, lo hacían por la subsiguiente ola de gripe, y los que sobrevivían a ambas no podían superar el sarampión”. “Las guerras, las hambrunas y las atrocidades cometidas por los conquistadores hicieron el resto”, sintetizan.
Una representación de la llegada de Cristóbal Colón a América.
Violencia extrema, brutalidad y una institución “del terror”
Tras su llegada a América, Colón y sus hombres esclavizaron a muchos de los nativos y los trataron con extrema violencia y brutalidad, según History.com. Además de obligarlos a trabajar en su propio beneficio, envió a miles de “indios” taínos a España para venderlos, y muchos de ellos murieron durante el viaje. También mató a nativos en respuesta a una revuelta cuando era gobernador de lo que ahora es la República Dominicana y, para evitar una mayor rebelión, ordenó que exhibieran los cadáveres en un desfile por las calles.
El maltrato no fue una cuestión aislada
La Corona estableció inicialmente un sistema conocido como las “encomiendas” que otorgaba a ciertos españoles la posibilidad de explotar las tierras con mano de obra indígena y de cobrarle tributos. A cambio, según las normas, debían instruirlos y evangelizarlos en el catolicismo. En los hechos, explica el licenciado en Historia Benedicto Cuervo, se convirtió en una “institución de terror”.
“Las atrocidades de las encomiendas no pueden silenciarse. Los tributos eran excesivos y variados, lo mismo que el trabajo personal. Para obtenerlos los encomenderos (…) golpeaban y mataban a los indios, se apoderaban de sus mujeres, e incluso destruían su agricultura”, dice el español.
Al trabajo de los indígenas sumarían los colonizadores después el de los esclavos traídos de África.
Genocidio, la palabra en el centro del debate
Una de las palabras que ha estado en el centro de acaloradas disputas al hablar sobre el costo humano de la llegada de los españoles a América ha sido la de genocidio.
El experto en historia, arte y cultura de México Gregorio Luke dijo en entrevista con CNN en 2021 que la muerte de un 90% de los indígenas tras la llegada de los europeos —no solo los españoles sino también los ingleses que “son mucho peores”— constituyó “el genocidio más importante de la historia”. “Ese 10% se ha reproducido y sí hay una presencia indígena, sobre todo en América Latina, pero no podemos olvidar el crimen enorme y el crimen no solamente de personas sino de culturas”, opinó.
Alberto G. Ibáñez, autor de “La leyenda negra. Historia del odio a España”, disputa el uso de la palabra. “Genocidio implica una intención de acabar con un pueblo. Esto es lo que ha ocurrido en otras partes del mundo y efectivamente tenemos casos de genocidio, a veces por su cultura, por su raza, por su religión, y los seguimos teniendo”, explicó, y argumentó que la entonces reina Isabel la Católica dijo que los indios eran sus vasallos y que “no se tocaran”.
Con él coinciden otros académicos que han estudiado la “Leyenda negra”, un concepto con el que designan al conjunto de creencias sobre la barbarie del imperio español que, según apuntan varios, ignora las atrocidades de otros imperios como el británico o el francés.
Un efecto físico inesperado de la muerte: el planeta se enfrió
Producto de la mortandad, la tierra se quedó sin suficiente trabajadores. Producto de la falta de trabajadores, espacios que hasta ese momento eran intervenidos por el hombre volvieron a su estado natural. Entonces pudieron volver a absorber carbono de la atmósfera a tal nivel que el planeta se enfrió, dicen los investigadores en su artículo de The Conversation.
El descenso de las temperaturas hizo que se retroalimentara el ciclo de carbono, eliminando aún más CO2, lo que resuelve el enigma de por qué el planeta se enfrió brevemente esos años, dando lugar a inviernos crueles y veranos fríos que causaron hambruna y revueltas.
De las especias a los metales
“Colón venía buscando la ruta de las especias. Después, desde luego, no aparecieron las especias y aparecieron los metales preciosos”, explica Pilar Martínez López-Cano, historiadora del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM.
Los españoles se quedaron el oro que los indígenas tenían en su poder, muchas veces en forma de objetos de decoración, y además los usaron como mano de obra “esclavizada” para buscar más minas de este metal precioso. El resultado para ellos fue “muy decepcionante”, dice la historiadora. En las Antillas, el primer lugar en el que buscaron, la cantidad de oro encontrada fue escasa, recuerda en este artículo National Geographic. Pero los españoles avanzaron hacia el oeste y eventualmente se toparon con los Aztecas, con cuyo oro se quedaron.
Terminado el período de la conquista, dice la publicación, se pasó de “una minería de apropiación a otra de producción” en la que la plata cobró protagonismo. Hernán Cortés y sus sucesores crearon una “red de minas de plata” en territorios que luego se convertirían en ciudades como Zacatecas y Guanajuato.
“La verdadera riqueza americana, en rigor, no fue el oro, sino la plata, que durante los siguientes tres siglos, hasta la independencia, sufragó la colonización, pagó el comercio americano con Europa y sobre todo con China, o garantizó la integración de territorios fronterizos, donde se enviaban enormes cantidades de dinero, los situados, para pagar fortificaciones y milicias”, dicen.
Con información de Alicia Lee y Camilo Egaña de CNN.