sábado, julio 27, 2024
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El equipo más querido y popular

Vivir un partido de Aucas de local nunca deja de ser una experiencia distinta, pese a los 15 partidos válidos por la Liga Pro 2022 que este equipo ha jugado en el Estadio Gonzalo Pozo Ripalda en este reducto Aucas defiende su localía desde 1994. La llega de Aucas siempre esta acompañada por la algarabía de sus hinchas quiénes cantan y danzan cuando llegan sus guerreros, todo como ritual previo al encuentro futbolístico.

Los hinchas nunca dejan de llegar, algunos temprano y otros tarde pero los que siempre están presentes en la popular o en la tribuna y en los palcos son ellos los más fieles, aquellos de antaño que se divisan en cada retrato de la hincada del Idolo del pueblo. Al mismo tiempo se siente como sus corazones de tanto recorrido pero llenos amor por el Aucas se reúnen en el sur de la ciudad para admirar el juego del equipo de sus amores.

En este ambiente también se divisa el comercio que ejerce la marca de Sociedad Deportiva Aucas entre camisetas, bufandas y más souvenirs los vendedores esperan que llegue alguna moneda a sus bolsillos y asi llevar el pan diario a la mesa de sus hogares, todo gracias a lo que genera Aucas dentro y fuera del estadio.

Una vez dentro de la “Caldera del Sur” cada uno de sus hinchas busca el asiento con la mejor vista hacia la cancha, donde sus gladiadores dejarán cada gota de sudor por la camiseta amarilla y roja de toda la vida. Los fanáticos de Aucas son respetuosos y cuando llegan a cada sitio saludan a quienes se encuentren a los lados del asiento elegido para divisar el cotejo, entre bromas y carcajadas solo desean que ese día Aucas los llene de felicidad.

Cuando sus jugadores se inspiran y llegan hasta el área rival y consiguen el dulce del futbol que es el gol, desde todas las gradas del estadio se empieza a escuchar el famoso y coreado por viejos y jóvenes Y dale Aaaa y dale Aaaa y dale Aucas dale Aaaa.

La explosión de los graderíos al festejar el gol es única y se convierte en casi un ritual religioso. Segundos después del grito que hace retumbar al Gonzalo Pozo Ripalda la magia cobra vida y las matracas salen a la luz, chocan con el aire y con fuerza de quién la empuña es casi una tradición escuchar al unísono el famoso crujir de las maderas por todo el sur de la capital de los ecuatorianos.

Al final del partido de fútbol nadie se quiere ir del estadio, pues deberán pasar al menos 8 días para que todos esos corazones se vuelvan a reencontrar para alentar conjuntamente al Ídolo del pueblo. La alegría es amplia por todo el estadio la gente salta y grita después del pitazo final del arbitro central. Después las luces del estadio se apagan grandes y pequeños empiezan a comentar las jugadas que pudieron ser gol y lo afortunados que fueron de estar ese día en lugar correcto para poder gritar un gol de “Papá Aucas”.

Producción y material fotográfico: Daniel Altamirano

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